domingo, 15 de febrero de 2009

HENEQUEN, EL ORO VERDE


Oro verde es el nombre que recibió el henequén en Yucatán durante el siglo XIX, a causa de la gran derrama económica que generó durante su auge como principal fuente de fibras textiles.[1]
El henequén se trabajaba en Yucatán desde la época prehispánica. Aún después de la
Conquista, los mayas continuaron con su explotación, especialmente para la fabricación de sogas y cordeles. Con el paso del tiempo, la producción fue creciendo, y los productos derivados del henequén comenzaron a venderse a lugares cada vez más lejanos, comenzando con Veracruz, y más adelante Cuba y Estados Unidos.
En
1878, la compañía norteamericana McCormick implantó el uso de sogas de henequén en sus máquinas enfardeladoras de heno, lo cual catapultó el uso de la fibra. Entre 1850 y 1910 la demanda, y por consiguiente la producción de la planta se multiplicaron exponencialmente, dejando atrás otras industrias yucatecas como la de la exportación de cuero. Se calcula que para 1916, la exportación de henequén alcannzó las 150 000 toneladas y produjo ingresos de más de 50 millones de pesos (oro).
Sin embargo, la
agroindustria henequenera sufrió un duro golpe con la invención de las fibras sintéticas como el polipropileno, que ofrecían la misma versatilidad por un menor precio. A la fecha aún existen haciendas henequeneras en el estado de Yucatán, aunque son escasas. En ellas se siguen elaborando productos derivados de la planta, incluyendo sogas y fibras de sosquil, y se ofrecen recorridos turísticos para apreciar el trabajo artesanal de su explotación, desde los plantíos de sisal hasta la carga de las pacas.
Henequén ya transformado en fibra (sosquil) para elaborar la soga.

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